lunes

El Sentido de Comunidad de los Nuevos Medios

http://www.cem.itesm.mx/dacs/publicaciones/logos/anteriores/n42/jalonso.html
Diciembre 2004
Enero 2005

Por Jaime Alonso
Número 42
Resumen
Internet muestra en la actualidad la existencia de lo que denominamos nuevos medios. Se trata de estructuras de comunicación que poseen un conjunto de características que las dotan de una “identidad comunicacional” estable y definida. Aunque la observación a la Red de redes permite constatar el nacimiento de otras, podemos detectar la consolidación de seis categorías mediáticas: diarios digitales, portales, buscadores y directorios, comunidades virtuales, bitácoras o weblogs, y redes ciudadanas. Cada una de las categorías mediáticas posee sus rasgos definitorios, que las hacen independientes, aunque también es posible afirmar que todas ellas, en la medida se desarrollan en el mismo canal o soporte –Internet– también poseen características comunes. Uno de los principales rasgos coincidentes es el que denominamos sentido de comunidad.
Como trataremos de explicar en este artículo, el sentido de comunidad se erige en una de las principales diferencias de los nuevos medios respecto a los medios de comunicación de masas. En términos generales puede decirse que la noción de comunidad implica un papel inédito de los sujetos que participan en los nuevos medios, basado en una actitud de participación sustancialmente diferente –de naturaleza más activa– a la prensa, la radio y la televisión. A lo largo de estas páginas llevaremos a cabo un repaso acera de lo que son los nuevos medios, en donde nos centraremos en una reflexión teórica acerca del sentido de comunidad, para adentrarnos a continuación en una aportación introductoria referida a cómo las diferentes categorías mediáticas hacen suyo este sentido dentro de su estructura de funcionamiento.
El discurso de los nuevos medios
De entre las muy diferentes aportaciones que ha traído consigo Internet al espacio mediático desde su invención, cabe señalar que los nuevos medios son una de las más destacadas. Consideramos que una manera acertada de comprender lo que son los nuevos medios es aquella que los identifica como formas de comunicación o estructuras web que, a fecha de hoy, manifiestan evidentes niveles de consolidación. Esas estructuras de comunicación pueden ser agrupadas en categorías mediáticas: diarios digitales, buscadores y directorios, redes ciudadanas, bitácoras o weblogs, comunidades virtuales y portales1.
Una manera de comprender los nuevos medios –quizá introductoria– es aquella que los contempla desde una perspectiva comparativa con los medios de masas. En este sentido, una aportación que consideramos de mucha relevancia es la que indica que
Los nuevos medios de comunicación determinan una audiencia segmentada y diferenciada que, aunque masiva en cuanto a su número, ya no es de masas en cuanto a la simultaneidad y uniformidad del mensaje que recibe. Los nuevos medios de comunicación ya no son medios de comunicación de masas en el sentido tradicional de envío de un número ilimitado de mensajes a una audiencia de masas homogénea. Debido a la multiplicidad de mensajes y fuentes, la propia audiencia se ha vuelto más selectiva. La audiencia seleccionada tiende a elegir sus menajes, por lo que profundiza su segmentación y mejora la relación individual entre emisor y receptor (Sabbah: 219, apud Castells, 2000: 412)
Aunque desde nuestra perspectiva Internet muestra aún rutinas propias de la comunicación de masas2, lo cierto es que estos nuevos medios despliegan algunas constantes que vienen a poner de manifiesto ideas referidas a lo que podemos entender como elementos integrantes de la comunicación digital o comunicación virtual. De entre las muchas y variadas aportaciones sobre los elementos integrantes de esta nueva comunicación, destacamos los siguientes:
• Multimedialidad
• Hipertextualidad
• Interactividad
La multimedialidad hace referencia a la integración de texto, imagen y sonido en un mismo formato. Supone una aportación de carácter inédito, en el momento en que los medios de masas –prensa, radio y televisión– poseían el predominio casi en exclusiva de un modo de comunicación: escritura para la prensa, sonido para la radio e imagen para la televisión.
La hipertextualidad supone una novedosa forma de lectura y escritura. Implica la ruptura de la secuencialidad o linealidad en la redacción o lectura de un texto. En este sentido, el hipertexto permite asemejarse a la forma en cómo los sujetos desarrollan sus procesos mentales:
La totalidad de estos nuevos productos informáticos electrónicos se basan en un acceso no estrictamente secuencial a los diversos materiales que ofrecen: textos, imágenes (fijas o en movimiento) y sonidos. De esta manera se intenta de alguna forma romper un concepto fuertemente arraigado en la cultura occidental desde hace algunos siglos, el de la secuencialidad, y acercarse más a la forma de pensamiento del ser humano. (Armañanzas y otros, 1996: 62)
La interactividad implica la capacidad que poseen los usuarios de los nuevos medios de ser activos. Quiere decir que los sujetos tienen la posibilidad de hacer peticiones de diversa índole a los diarios digitales, buscadores y directorios, comunidades virtuales, etcétera, y que estos les respondan en sus solicitudes. Cada nuevo medio planteará sus opciones de interactividad, por lo que podremos decir que unos nuevos medios son más interactivos que otros. Así por ejemplo, es posible indicar que un diario digital es más interactivo que otro en el momento en que plantee más servicios que satisfagan opciones solicitadas por parte de los usuarios. En este sentido, también cabría decir que un buscador es más interactivo en el momento en que plantea más opciones de búsqueda –recursos ofrecidos por el medio para que el usuario acote sus búsquedas– que otro3. Alonso y Martínez (2003) diferencian entre modos interactivos sujeto/objeto, y modos interactivos sujeto/sujeto. En el primero se incluye el hipertexto y las encuestas. En los segundos, el correo electrónico, listas de distribución, grupos de noticias, foros y el chat.
El sentido de comunidad como tendencia general en los nuevos medios
Hemos conceptualizado el multimedia, la hipertextualidad y la interactividad como los tres elementos característicos que identifican la comunicación digital y, por ende, a los nuevos medios. El análisis exhaustivo y prolongado en el tiempo de estas estructuras web permite constatar que existen otras características comunes. Una de ellas es el sentido de comunidad. Por sentido de comunidad nos referimos a aquel estado relacional de los sujetos que intervienen en los nuevos medios (gestores y usuarios) que tiene como finalidad la consecución de los objetivos del medio mediante su acción participada.
Puede comprenderse el sentido de comunidad que hemos propuesto mediante el concepto de “conectividad” del que habla De Kerckhove (1999: 25)
La conectividad es un estado humano casi igual que lo es la colectividad o la individualidad. Es esa condición de fugacidad comprendida por un mínimo de dos personas en contacto entre sí, por ejemplo, conversando o colaborando. La Red, el medio conectado por excelencia, es la tecnología que hace explícita y tangible esta condición natural de la interacción humana.
No todos los nuevos medios manifiestan el mismo sentido de comunidad. Esto se debe a varias razones, entre las cuales destacamos dos. La primera es que el sentido de comunidad es una realidad novedosa derivada del uso e implantación de las tecnologías de la información. Esto implica que las potenciales de la comunicación digital –como es el caso de la interactividad, que se ejercita a través de los modos interactivos de comunicación– se encuentran aún en un momento de experimentación e innovación. La segunda deriva del hecho de que cada categoría mediática posee diferentes objetivos, lo cual implica, necesariamente, que cada una de ellas desplegará un sentido de comunidad acorde con sus finalidades.

Cada categoría mediática tiende hacia un modelo de comunidad determinado, que es distinto dependiendo a la que nos refiramos, pero consideramos que es pertinente establecer, de forma general, dos maneras claramente diferenciadas de formas comunitarias apreciables en las seis categorías mediáticas propuestas:
a) La primera se basa en la creación de comunidad sustentado en el hecho de que los usuarios comparten contenidos y servicios del medio que no han sido elaborados por ellos, o han participado marginalmente en su construcción. Se trata de un sentido de comunidad de carácter inferior o marginal, en cuanto que los internautas conforman el sentido de colectividad a través de algo dado, y no elaborado/participado por ellos.
b) La segunda se refiere a un sentido más próximo a lo que habitualmente entendemos por comunidad. Se trata de la relación humana basada en la participación activa de los individuos, en aras a la consecución colectiva de objetivos. La observación continuada a los nuevos medios permite constatar que son muy variadas las maneras a través de las cuales puede desplegarse este sentido de comunidad. Así por ejemplo, puede encaminarse hacia la producción participada de información, a la creación de conocimiento, etcétera.
En una aproximación general puede esbozarse una identificación entre los nuevos medios y los dos tipos o sentidos de comunidad. Así, diremos que diarios digitales, buscadores y directorios y portales se inclinan por el primer tipo; el basado en el hecho de compartir contenidos no elaborados por los usuarios; mientras que bitácoras, comunidades virtuales y redes ciudadanas crean un sentido de comunidad participado o activo.
A pesar de lo dicho, la complejidad de estas dos posibilidades de comunidad radica en que, realmente, no es del todo exacto y pertinente asociar un tipo de comunidad a cada una de las categorías mediáticas. Esto se debe a que dos medios, aun perteneciendo a una misma categoría, pueden desarrollar un tipo u otro de comunidad, dependiendo de los objetivos que se hayan marcado sus gestores, así como de su pericia para dar vida este tipo de comunidad. Por ejemplo, dos comunidades virtuales pueden manifestar dos formas distintas de comunidad: una puede basarse exclusivamente en que los miembros que la componen compartan los mismos contenidos y servicios, sin que realmente se dé una interacción relacional entre los usuarios, mientras que en la otra puede manifestarse un sentido de comunidad más marcado, en cuanto que de la relación dialogada y participativa de los sujetos se extraen resultados de naturaleza colectiva.
Aportamos a continuación algunas ideas que pueden extraerse acerca del sentido de comunidad que manifiestan cada una de las categorías mediáticas. Las aportaciones que se ponen de manifiesto se basan en la observación de medios que funcionan en la actualidad en Internet4.
Los diarios digitales conforman el sentido de comunidad en tres niveles apreciables, que delimitamos bajo las siguientes expresiones: comunidad de lectores, agrupación de usuarios que se relacionan a través de contenidos elaborados por el medio, y agrupación de usuarios que se relacionan a través de contenidos no elaborados por el medio.
El primero de ellos –comunidad de lectores– reproduce el sentido de relación y pertenencia que muestran los lectores de los diarios de papel, al igual que en las emisoras de radio y las televisiones. Es una cuestión de afinidad que puede basarse en distintos parámetros: coincidencia ideológica, confianza profesional en el trabajo del medio como constructor del espacio social de referencia, etcétera. Desde nuestra óptica, esta comunidad de lectores debe ser estudiada si no de forma exacta al fenómeno en los diarios en papel, sí por lo menos de manera similar.
La segunda manera que especificamos en el sentido de comunidad en los diarios digitales es aquella conformada por los usuarios que se relacionan o agrupan mediante los contenidos elaborados por el medio. Se trata de una fórmula que toma como base el sentido que poseen en los medios de masas las formas de participación como las cartas al director, las intervenciones radiofónicas y la presencia de sujetos en los programas de televisión. Las personas interaccionan entre sí y con el medio a través de las propuestas –de información, de entretenimiento– planteadas por éste. En los diarios digitales estas fórmulas se incrementan y especializan. Un ejemplo representativo lo encontramos en el apartado foros de la sección comunidad del diario elmundo.es. Los usuarios crean conversaciones colectivas a partir de los contenidos de los suplementos del mismo diario: elmundodeporte, la luna, Ariadna, metrópoli, elmundovino, elmundolibro, elmundoviajes, etcétera. La idea de participación en los contenidos producidos por el medio queda reforzada por el hecho de que estos foros/secciones son moderados. Otra manera de participación en este sentido en elmundo.es, se encuentra en la opción debates, en la misma sección comunidad. En ella se da la posibilidad de que sean los usuarios quienes respondan mediante una encuesta de carácter no científico a cuestiones de actualidad. Los debates son interesantes en el momento en que los sujetos crean un sentido de comunidad a través de los contenidos que son los más representativos del medio: los contenidos periodísticos.
La tercera manera a través de la cual los diarios digitales crean el sentido de comunidad radica en el despliegue de modos interactivos –chat, foros, etcétera– que no se encuentran vinculados a la producción de contenidos del medio. Se trata de espacios en donde también se aprecia un sentido de comunidad, aunque de carácter más independiente que en el caso anterior, ya que los contenidos son propuestos por los mismos usuarios. La observación del chat de elmundo.es permite apreciar un marcado sentido de comunidad caracterizado, sobre todo, por la presencia de un grupo de usuarios que, participando de modo activo, se comportan de manera estable en el tiempo mediante el empleo de su apodo o nick.
Pese a tratarse de un medios “individuales” de comunicación, es posible afirmar que las bitácoras también despliegan un claro sentido de comunidad, en cuanto que se establece una relación dialogada entre el sujeto que escribe la bitácora y sus lectores. Esa participación se desglosa en dos vertientes: desde aquellos que la leen sin mantener contacto dialogado con el autor de las bitácoras, y aquellos que participan enviando mensajes. Consideramos que ambos constituyen un ejemplo de participación que puede constituirse en comunidad. Los primeros crean un sistema relacional similar a la comunidad de lectores a la que nos hemos referido al hablar de los diarios digitales. Se trata de usuarios que si bien no se relacionan con el productor de los contenidos, esto no quiere decir que no participen de sus ideas y comentarios, creándose entonces cierto sentido de comunidad. En los segundos, ese sentido de comunidad es más explícito, en cuanto que implica una relación dialogada entre los usuarios de la bitácora y el gestor/autor de la misma. En este caso, el mayor o menor sentido de comunidad se medirá en función de cómo se desarrolle la actividad general en cada bitácora. Queremos decir que en unas primará un sentido más activo de comunidad que en otras. Piénsese, por ejemplo, que uno de los principales factores que indicará ese mayor o menor sentido de comunidad lo encontramos en la continuidad y profundidad que ejercita el gestor para responder a los mensajes que les envían los lectores. En su mano se encuentra la capacidad para crear un mayor o menor sentido de comunidad. Esta será mayor, como decimos, cuando el autor establezca un proceso conversacional asiduo y mantenido en el tiempo con los usuarios, y será menor cuando se produzca el fenómeno inverso.
Las comunidades virtuales son nuevos medios que, por excelencia, se plantean como finalidad la creación de un entorno relacional encaminado a la creación de un verdadero sentido de comunidad. Pero el hecho de la denominación “comunidad virtual” no implica que en todas ellas se genere una actividad de relación entre los individuos que la componen y del que surja como resultado un ambiente de comunidad. Las comunidades virtuales son medios altamente flexibles, lo cual quiere decir que su constitución y modo de funcionamiento depende de cada una de ellas; y concretamente, de la capacidad de sus gestores para saber crear un entorno adecuado en donde se genere una relación fluida y mantenida en el tiempo entre sus participantes. Es posible detectar la existencia de comunidades virtuales que desarrollan un sentido muy marcado de comunidad –la relación entre los sujetos es asidua y constante, y tiene como fruto la consecución de objetivos de carácter colectivo o comunitario–, mientras que en otras no se detecta un sentido de comunidad en sí mismo considerado, sino un conjunto de individuos que comparte un mismo espacio –un sitio web determinado–, pero que no desarrollan un verdadero sentido comunitario, bien porque el tipo de relación que establecen no es lo suficientemente estable –no emplean los modos de interactividad con asiduidad y constancia–, o bien, en la medida que, aunque los emplean, no se da un tipo de relación lo suficientemente satisfactoria.
De todos los nuevos medios tratados en este artículo, el sentido de comunidad de las comunidades virtuales es el más complicado de crear, ya que consiste en mantener un entorno relacional entre personas que reproduce –o al menos, pretende reproducir– las condiciones de una relación en la vida “física”. Y si bien es el más complicado de llevar a cabo, también es cierto que, bien estructurado y gestionado, puede ofrecer muchos beneficios a un conjunto de individuos.
Los portales constituyen los medios en los que menos queda reforzada la idea de comunidad, quizá por el marcado sentido comercial que poseen. Identificamos su existencia en los modos de comunicación interactivos –foros, chat, etcétera– y, aunque puede apreciarse algún interés en relacionar los contenidos del medio con la participación de los usuarios, no se alcanza el nivel que encontramos en los diarios digitales. Una razón que explica por qué esto es así radica en la tendencia que estos nuevos medios procuran hacia la personalización de sus contenidos y servicios. Esta personalización hace que se potencie el portal como espacio de uso individualizado, más que comunitario, en donde se pretende atender a las necesidades personales de los sujetos, ya sean estas referidas a cuestiones de trabajo, de ocio o entretenimiento, etcétera.
El sentido de comunidad que actualmente apreciamos en las redes ciudadanas tiene que ver con la doble orientación o naturaleza de las mismas: por un lado, aquellas con un marcado sentido institucional –gestionadas y participadas por entidades de naturaleza pública, tales como ayuntamientos–, y aquellas que poseen un carácter menos institucional, ya que se encuentran gestionadas bien por entidades autónomas o por grupos de individuos. Consideramos que en las segundas prevalece una tendencia a un sentido más comunitario que en las primeras. Esto se debe a que las redes ciudadanas con un sentido institucional denotan un proceso de comunicación más cercano a la comunicación de masas –un emisor emite un mensaje a un amplio número de sujetos, que apenas poseen capacidad de respuesta–, mientras que las redes con carácter no institucional tienden a un modelo de carácter más participativo. A pesar de lo dicho, es oportuno indicar que, al igual que ocurre con las comunidades virtuales, el sentido de comunidad de una red ciudadana depende de cada una de ellas; de la forma en cómo sus gestores se hayan planteado los objetivos y la manera de llevarlos a cabo. Así como no hay dos comunidades virtuales iguales, tampoco hay dos redes ciudadanas similares.
Puede pensarse que los buscadores y directorios son los medios que menos sentido de comunidad manifiestan, por no decir es que prácticamente inexistente. Ciertamente, se trata de estructuras web con un marcado carácter individual: cada usuario define sus objetivos de búsqueda, así como la forma en cómo la desarrollará; esto es, a través de la selección y aplicación de las opciones de búsqueda del medio. Pese a esto, consideramos adecuado señalar que los buscadores y directorios también manifiestan cierto sentido de comunidad, aunque sea de manera indirecta. Nos referimos a que estos nuevos medios son comunitarios o “conectivos” –empleando la aportación realizada por De kerckhove– en el momento en que parte de la consecución de la finalidad del medio se lleva a cabo a través de la acción participada de los usuarios. La información de El País (13/X/2002) acerca del buscador Google ilustrará lo que comentamos:
La base del éxito de Google está en su método automático para ordenar los resultados de una búsqueda. La primera página que ofrece es la que más veces aparece citada en otras páginas de Internet. Este sencillo criterio consigue que entre los primeros resultados esté siempre la respuesta que buscamos, ya que son las páginas en las que más confía todo el resto de los internautas que alguna vez se han interesado por este mismo tema. También garantiza que las páginas obsoletas que hace meses que nadie visita queden en los últimos lugares.
Esta faceta comunitaria no es, obviamente, prerrogativa exclusiva de Google. Antes bien, se trata de una metodología habitual en el resto de buscadores. Como señala el mismo artículo del El País, los resultados de Altavista responden al número de veces que el término de búsqueda aparece citado en las páginas web. Lycos emplea el método de Altavista, pero incluye también el número de visitas.
Según lo visto, si bien es posible señalar que la acción comunitaria no es “consciente” por parte de los usuarios –los sujetos se relacionan con los buscadores y directorios de forma individual–, esto no resta importancia al necesario y relevante carácter participativo de estos nuevos medios. De hecho, la relación comunitaria es tan determinante que podemos llegar a afirmar que la diferencia de planteamiento de los buscadores y directorios –esto es, cómo la gestionan y hacen uso de ella– mide su nivel de éxito, tal y como hemos apreciado en el caso de Google.
________________________________________
Selección representativa de nuevos medios:
Bitácoras
4colors
Abraldes
Alberto Bastos
Awablog
Bitácora Tremendo
Blog.com.mx
Blogger
Blogpocket
Blogpocket
Caspa TV
Cisne Negro
ECuaderno
Efímera
Escolar
Historias de Cien Palabras
HTML Life
Indiferencia
Isopixel
La Hormiga Remolona
Libro de Notas
Libro de Notas
Microsiervos
Microsiervos
Mini-D
Miniportal sobre Bitácoras de José Luis Orihuela
Minoe
Mirada Fotoblog
Movable Type
No soy Superwoman
Stee
Stee
Zonageek
Zonageek 123



Portales











Redes ciudadanas
Red Ciudadana de Cuenca
Now Barris
Red Ciudadana de Mataró
Sants-Monjuic Xarxa Ciutdadana
Sant Boi de Llobregat
Asociación Epitelio
Hipérbole
Red Ciudadana de Milán
Xarxa Ciutadana del Barri del Raval
Seattle Community Networking
Diarios digitales










Comunidades virtuales





Buscadores y directorios





________________________________________
Notas:
1Esta clasificación de categorías mediáticas que presentamos no pretende ser exhaustiva. Antes bien, la realidad de Internet muestra la consolidación de otras estructuras que tienen presencia estable en la Red. Así por ejemplo, cabría indicar que los denominados confidenciales son formas de comunicación que en la actualidad se encuentran asentados en el nuevo espacio de comunicación.
2 Efectivamente, Internet no rompe de manera drástica con el modelo de comunicación de masas. Antes bien, es posible apreciar cómo muchas de sus rutinas son propias de la prensa, la radio y la televisión. De las cuatro pautas de comunicación presentadas por Bordewijk y Van Kaam (1982, 1986) –alocutoria, conversacional, consulta y registro–, la primera de ellas consiste en un centro emisor que elabora de manera centralizada la información en donde no existe apenas intervención por parte de los sujetos en la elaboración de contenidos. Una observación detenida en los nuevos medios permite constatar que esta pauta se encuentra presente.
3 La razón que debe primar a la hora de valorar servicios o contenidos interactivos no debe ser cuantitativa, sino cualitativa. Superado ya el inicio de Internet, el criterio para medir la eficacia de esta potencialidad debe realizarse siguiendo un criterio de eficacia, no de cantidad. No se trata de ofrecer al usuario el máximo número de elementos interactivos, sino de que éstos se adecuen eficazmente a los objetivos del medio, así como a las necesidades de los usuarios.
4 Las reflexiones hilvanadas sobre el sentido de comunidad en los nuevos medios en este artículo devienen del estudio de una selección que empleó el autor para desarrollar una investigación más amplia en su Tesis Doctoral, depositada en septiembre de 2004 en la Universidad Pontificia de Salamanca (España). Al final de la bibliografía puede consultarse una selección representativa.
________________________________________
Referencias:
ALONSO, J. y MARTÍNEZ, L. (2003): “Medios interactivos: caracterización y contenidos” en DÍAZ NOCI, J. y SALAVERRÍA, R.: Manual de Redacción Ciberperiodística. Barcelona, Ariel, p. 261-305.
BORDEWIJK, J. L.y KAAN, B. VAN (1986). Towars a new classification of tele-information services. McQuail’s Readers in Mass Communication Theory. Oxford: Sage.
CASTELLS, M.: La era de la información. Vol. 1. La sociedad red. Alianza Editorial, Madrid, 2000 (2ª edición).
CORNELLA, A. (2000): Infonomía.com: la empresa es información. Barcelona, Deusto.
CORREA, J.A. (1999): “La Internet como nuevo medio de comunicación y el periodismo del siglo XXI”. Disponible en Internet (8-9-2004):
DE KERCHOVE, D. (1999): Inteligencias en conexión. Barcelona, Gedisa.
DÍAZ NOCI, J. y SALAVERRÍA, R. (2003): Manual de Redacción Ciberperiodística. Barcelona, Ariel.
GARCÍA DE TORRES, E. y POU AMERIGO, M. J. (2003): “Características de la comunicación digital” en DÍAZ NOCI, J. y SALAVERRÍA, R.: Manual de Redacción Ciberperiodística. Barcelona, Ariel, p. 49-79.
MARTÍNEZ ALBERTOS, J. L. (2001): “El lenguaje periodístico en la prensa digital” en Estudios sobre el mensaje periodístico, nº 7. Servicio Publicaciones UCM, Madrid.
MAYANS, J. y SÁNCHEZ DE SERDIO, A. (2003): “Redes Ciudadanas y Nuevas Centralidades en la Producción del Conocimiento”. Disponible en Internet (13/8/2004):
MAZZEO, A. (2002): “La pinta es lo de menos”. Disponible en Internet (7/6/2004):
MESO, K. (2004): “Weblogs: la ´batalla digital´ durante el conflicto de Irak”, comunicación en el V Congreso Nacional de Periodismo Digital, Huesca, 15-16 enero de 2004. Disponible en Internet (5/6/2004):
– (2002): “Un nuevo tipo de profesional llama a la puertas del Periodismo: el periodista digital”. Disponible en Internet (15/8/2004):
MILENIUM (2000): “Los portales, una nueva dimensión en Internet”. Disponible en Internet (12/7/2004):
RAMONET, Ignacio (2000): “Internet y el futuro de la información” en El Noticiero de las Ideas, nº 1, Enero-marzo de 2000, págs. 50-57

domingo

Comunicación contra Información

Autor: Ignacio Ramonet *

En Sala de Prensa, núm. 46, año IV, vol. 2, agosto 2002.

Cabe preguntarse ¿cuáles son realmente los poderes hoy? El primero de todos es el poder económico; el segundo, el mediático, y, relegado en una tercera posición, el político.

Algunos sueñan con un mercado perfecto de la información y la comunicación, totalmente integrado gracias a las redes electrónicas y los satélites... Lo imaginan construido según el modelo del mercado de capitales y los flujos financieros, que se mueven de forma permanente...

En el gran esquema industrial concebido por los patronos de la industria del entretenimiento, la información es concebida como una mercancía, y este carácter predomina ampliamente respecto a la misión fundamental de los medios: aclarar el debate democrático.

Los medios no saben distinguir, estructuralmente, lo verdadero de lo falso

La prensa escrita está en crisis. En España, en Francia y en otros países está experimentando un considerable descenso de difusión y una grave pérdida de identidad. ¿Por qué razones y cómo se ha llegado a esta situación? Independientemente de la influencia, real, del contexto económico y de la recesión, las causas profundas de esta crisis hay que buscarlas en la mutación que han experimentado en los últimos años algunos conceptos básicos de periodismo.

  1. Se ha producido una revolución copernicana en el concepto de información. Actualmente, la imagen de un acontecimiento (o su descripción) es suficiente para darle todo su significado. En este nuevo marco, el medio escrito ha perdido jerarquía frente a la televisión: El primero, por definición, vincula el informar a proporcionar no sólo la descripción precisa y verificable de un hecho, sino también un conjunto de parámetros contextuales para que el lector pudiera comprender su significado profundo. La televisión ocupa el lugar dominante entre los medios porque satisface como ningún otro medio el objetivo prioritario del telespectador, que no es comprender la importancia de un acontecimiento sino verlo con sus propios ojos. Es más, cuando un gran acontecimiento no ofrece un capital de imágenes se crea una especie de confusión difícil de desvelar. Estoy pensando en el genocidio en Ruanda, en 1994 cuando los hutus exterminaron a una gran parte de los tutsis. Oímos hablar muy poco, en principio, porque se estaba celebrando el Festival de Cannes. Pero después se descubrió que se trataba de un genocidio, se empezaron a avanzar cifras y la televisión empezó a mostrar imágenes. Cuando llegan las primeras imágenes se ve gente que sufre, familias, personas, niños y ancianos que caminan, que son víctimas de epidemias, se les ve morir, cómo los entierran. Todo masivamente... como un gran éxodo bíblico. Se sabe al mismo tiempo que circulan estas imágenes, que Francia montó una llamada "operación turquesa" para proteger a las poblaciones. Genocidio, víctimas, protección. Todo parece funcionar. Pero como del genocidio no hubo imágenes reales, lo que los telespectadores ven cuando creen estar viendo a las víctimas no es otra cosa que a los victimarios y, la "operación turquesa" fue tendida para defender a los autores del genocidio. Este tipo de información no puede decir una cosa y su contraria, no se puede decir: ha habido víctimas, he aquí los verdugos. Los verdugos son víctimas. No hay forma de entenderlo.
  2. Otro concepto que ha cambiado es el de actualidad de la información. ¿Qué es hoy la actualidad y qué acontecimiento destacar en el maremágnum de hechos que ocurren en el mundo? ¿En función de qué criterios hacer la selección? También aquí es la televisión la que manda, construyendo la actualidad, provocando el shock emocional y condenando prácticamente a la indiferencia a los hechos que carecen de imágenes. En el nuevo orden de los medios, las palabras, los textos, no valen lo que las imágenes.
  3. También ha cambiado el tiempo de información La optimización de los medios es ahora la instantaneidad (el tiempo real), el directo, que sólo pueden ofrecer la radio y la televisión. Esto hace envejecer a la prensa diaria, forzosamente retrasada respecto a los acontecimientos y demasiado cerca de la vez, de los hechos, para poder sacar, con suficiente distancia, todas las enseñanzas de lo que acaba de producirse.
  4. Un cuarto concepto que se ha modificado es el de la veracidad de la información. Basta con que un hecho sea lanzado desde la televisión (a partir de una noticia o imagen de agencia) y repetido por la prensa escrita y la radio, para que el mismo sea acreditado como verdadero sin mayores exigencias. Y como en la actualidad los medios funcionan entrelazados, en bucles, de forma que se repiten e imitan entre ellos, es frecuente la confirmación por parte de un medio de la noticia que éste mismo lanzó a partir de la reproducción de la misma en otro medio, que simplemente la "levantó" del primero. Es más, se produce a veces un verdadero mimetismo mediático, una especie de fiebre que se apodera súbitamente de los medios y que los impulsa, con la más absoluta urgencia a precipitarse para cubrir un acontecimiento bajo el pretexto de que otros -en particular los medios de referencia- conceden a dicho acontecimiento una gran importancia. Los medios se autoestimulan de esta forma, se sobreexcitan unos a otros, multiplican la emulación y se dejan arrastrar en una especie de espiral vertiginosa, enervante, desde la sobreinformación hasta la náusea. De esta forma, podemos recordar, se construyeron las mentiras de las "fosas de Timisoara", y todas las de la Guerra del Golfo. ¿Qué medios tiene el ciudadano para averiguar que se falsea la realidad? No puede comparar unos medios con otros. Y si todos dicen lo mismo no está en condiciones de llegar, por si mismo, a descubrir lo que pasa.
  5. Un quinto parámetro es la hiper-emoción, esto es un mecanismo que vuelve verdadero aquello que provocó la emoción del telespectador; cuando el telespectador sólo puede tener certeza de la emoción que a él le provocaron unas imágenes acerca de las que no tiene medio de saber si son reales o falsas. Así, el telespectador podrá decir: "Yo vi lo que pasó en Rumania, vi esas batallas, esos combates...". ¿Cómo es posible? Porque esta concepción de la información plantea un camino equívoco. En el momento que asisto a una escena que suscita mi emoción ¿dónde está lo verdadero: en las circunstancias objetivas que rodean a esa escena y hacen que se produzca, o en el sentimiento que yo experimento? Y además, como mis lágrimas son verdaderas, yo creo que lo que he visto es verdadero. Se crea así una confusión entre emoción y verdad contra la que es muy difícil precaverse.
  6. Un nuevo concepto de censura ha emergido, y funciona no suprimiendo, amputando, prohibiendo, cortando. Funciona al contrario: por demasía, por acumulación, por asfixia. ¿Cómo ocultan hoy la información? Por un gran aporte de ésta: la información se oculta porque hay demasiada para consumir y, por lo tanto, no se percibe la que falta. La información durante siglos fue una materia extremadamente escasa, tanto, que se podía decir que quien tenía la información tenía el poder. Finalmente el poder es el control de la circulación de la comunicación. Tomemos la Guerra del Golfo. Hoy se sabe que fue una gran manipulación. No se dijo: "Va a haber una guerra y no os la vamos a enseñar." Al contrario, se dijo: "La vais a ver en directo." Y se dio tal cantidad de imágenes que todo el mundo creyó que veía la guerra, aunque después se dio cuenta de que las imágenes eran señuelos o que las habían grabado antes. Esta superabundancia de información hace incluso la función de biombo. Un biombo que oculta, que es opaco y que hace más difícil la búsqueda de la buena información.

La ideología de la CNN, la nueva ideología de la información en continuo y en tiempo directo, que la radio y la televisión han adoptado, establece que hoy no puede existir un acontecimiento sin que sea grabado y pueda ser seguido en directo y en tiempo real. Esa idea consigna que el mundo tiene cámaras en todas partes y que cualquier cosa que se produzca puede ser grabada. Y si no se graba no es importante.

La prensa escrita acepta la imposición de tener que dirigirse no a ciudadanos sino a telespectadores

A la tendencia creciente a confundir información con comunicación se debe añadir un malentendido fundamental: Muchos ciudadanos estiman que, confortablemente instalados en el sofá de su salón, mirando en la pequeña pantalla una sensacional cascada de acontecimientos a base de imágenes fuertes, violentas y espectaculares, pueden informarse con seriedad. Error mayúsculo. Primero porque el periodismo televisivo, estructurado como una ficción, no está hecho para informar sino para distraer; segundo porque la sucesión de imágenes breves y fragmentadas (una veintena por telediario) produce un doble efecto negativo de sobreinformación y desinformación; finalmente, porque querer informarse sin esfuerzo es una ilusión más acorde con el mito publicitario que con la movilización cívica. Informarse cuesta y es a ese precio que el ciudadano adquiere el derecho a participar inteligentemente en la vida democrática.

Numerosas cabeceras de la prensa escrita continúan adoptando, por mimetismo televisual, por endogamia catódica, las características propias del medio audiovisual: la primera concebida como pantalla, la reducción del tamaño de los artículos, la personalización excesiva de los periodistas, la prioridad otorgada al sensacionalismo, la practica sistemática de la amnesia en relación con las informaciones que hayan perdido actualidad. Compiten con el audiovisual en materia de marketing y desprecian la lucha de ideas. Fascinados por la forma se olvidan del fondo. Han simplificado su discurso en el momento que el mundo convulsionado por el fin de la guerra fría, se ha vuelto considerablemente más complejo.

Un desfase tal entre este simplismo de la prensa y la complicación de los nuevos escenarios de la política internacional desconcierta a muchos ciudadanos... Informarse sigue siendo una actividad productiva, imposible de realizar sin un esfuerzo y exige una verdadera movilización intelectual. Una actividad tan noble en democracia como para que le ciudadano decida dedicarle una parte de su tiempo y de su atención.


* Ignacio Ramonet es director de Le monde Diplomatique y de Maniere de voir; es especialista en geopolítica y estrategia internacional, doctor en Semiología y en Historia de la Cultura. Este texto fue publicado en Bitácora, suplemento del diario La República, de Uruguay, y se reproduce con la autorización expresa de su editor, Carlos Santiago.

sábado

La Intersubjetividad como eje conceptual para pensar la relación entre Comunicación, subjetividad y ciudad

http://www.cem.itesm.mx/dacs/publicaciones/logos/anteriores/n47/mrizo.html

Octubre - Noviembre
2005

Por Marta Rizo
Número 47

Resumen
En este texto se exponen brevemente algunas ideas en torno a la intersubjetividad. Se parte de los aportes de la fenomenología en su vertiente sociológica, cuyos máximos representantes son Schütz, Berger y Luckman. Posteriormente, se vincula la teoría de la intersubjetividad con el fenómeno de la comunicación humana (interacción). Y por último se relacionan la intersubjetividad y la comunicación con la ciudad y lo urbano.

Fenomenología e Intersubjetividad: primeras aproximaciones conceptuales
Una de las claves de la realidad social se encuentra en el problema filosófico de la intersubjetividad. Para entender el concepto de “intersubjetividad” hay que tener primero clara la noción de “subjetividad”, comprendida como la conciencia que se tiene de todas las cosas desde el punto de vista propio, que se comparte colectivamente en la vida cotidiana. La intersubjetividad sería, por tanto, el proceso en el que compartimos nuestros conocimientos con otros en el mundo de la vida.

La sociología fenomenológica está basada en la filosofía de Edmund Husserl (1954) y en el método de comprensión (verstehen) de Max Weber (1978). El debate general gira en torno a cómo se puede lograr el conocimiento, y su aparición debe sustentarse en la comprensión de la fenomenología como instancia de aproximación metodológica a lo cotidiano. Desde un punto de vista epistemológico, la fenomenología implica una ruptura con la formas de pensamiento de la sociología tradicional, ya que enfatiza la necesidad de comprender, más que de explicar, la realidad, sugiriendo que es en el durante, en el aquí y en el ahora, donde es posible identificar elementos de significación que describen y construyen lo real. En este sentido, el objetivo general de la fenomenología es describir al hombre en el mundo, no analizarlo o explicarlo. Y para ello, la fenomenología se pregunta por las formas y procesos que constituyen objetivamente –e instituyen intersubjetivamente- a las estructuras de la realidad, como una construcción y reconstrucción permanente de la vida social.

El énfasis, por tanto, no se encuentra ni en el sistema social ni en las relaciones funcionales que se dan en la vida en sociedad, sino en la interpretación de los significados del mundo (lebenswelt) y las acciones e interacciones de los sujetos sociales. Del mundo conocido y de las experiencias intersubjetivas compartidas por los sujetos, se obtienen las señales, las indicaciones para interpretar la diversidad de símbolos. Por ello, se dice que el método fenomenológico no parte de una teoría fundada, sino de la observación y descripción del mundo empírico, misma que le provee de elementos para su interpretación y teorización.

La sociología fenomenológica se desarrolla a partir de premisas un tanto alejadas de las propuestas filosóficas de Edmund Husserl. Alfred Schütz es el máximo representante de la vertiente sociológica de la fenomenología, y su interrogante básica es la siguiente: ¿dónde y cómo se forman los significados de la acción social? Esta pregunta deja entrever que el precedente inmediato de la fenomenología con orientación social lo encontramos en la Escuela de Chicago, concretamente en su interés por conocer y explicar los marcos de referencia de los actores sociales. Se trata de una ciencia de la sociedad inspirada en la tradición filosófica de la fenomenología, cuyo problema básico es la cuestión de la sociabilidad como forma superior de intersubjetividad. Esta preocupación básica parte de varias ideas importantes: el estudio de la vida social no puede excluir al sujeto; éste está implicado en la construcción de la realidad objetiva que estudia la ciencia social; el elemento central es, entonces, el fenómeno-sujeto.

De la primera fenomenología a la sociología fenomenológica de Schütz, Berger y Luckmann
La fenomenología del mundo social está más cercana a la sociología que a la filosofía husserliana que inauguró el pensamiento fenomenológico. De alguna manera, Alfred Schütz retoma las ideas básicas de la propuesta de Husserl y las aplica al análisis de la realidad social.

El enfoque de Schütz parte de la necesidad de analizar las relaciones intersubjetivas a partir de las redes de interacción social. En La fenomenología del mundo social, Schütz (1972) toma como punto de partida para su análisis de la estructura significativa del mundo tanto a la fenomenología de Husserl como a la metodología de Weber (sociología comprensiva). Pese a poder determinar tan claramente los antecedentes presentes en su obra, cabe destacar varios elementos que constituyen las principales aportaciones de Alfred Schütz al pensamiento sobre lo social:

a. La incorporación del mundo cotidiano a la investigación sociológica, a partir de la reivindicación como objeto de estudio de la sociología el ámbito de la sociabilidad, es decir, el conjunto de las relaciones interpersonales y de las actitudes de la gente que son pragmáticamente reproducidas o modificadas en la vida cotidiana.
b. La definición propia de las características del mundo de la vida: sus significados son construcciones sociales; es intersubjetivo; está conformado por personas que viven en él con una actitud “natural”1; es un ámbito familiar en el que los sujetos se mueven con un “acervo de conocimiento a mano”.

Alfred Schütz coincide con Max Weber en el reconocimiento de la importancia de la comprensión del sentido de la acción humana para la explicación de los procesos sociales. Para ambos, la sociedad es un conjunto de personas que actúan en el mundo y cuyas acciones tienen sentido; y es relevante tratar de comprender este sentido para poder explicar los resultados del accionar de los sujetos. Sin embargo, mientras que para Weber la comprensión es el método específico que la sociología utiliza para rastrear los motivos de los actores y así poder asignar sentido a sus acciones, Schütz le otorga a la comprensión un papel mucho más importante: considera que el mundo en el cual vivimos es un mundo de significados, un mundo cuyo sentido y significación es construido por nosotros mismos y los seres humanos que nos precedieron. Por tanto, para Schütz, la comprensión de dichos significados es nuestra manera de vivir en el mundo; la comprensión es ontológica, no sólo metodológica.

En ambos casos, y posteriormente lo veremos también en Berger y Luckmann (1993), la propuesta de la sociología fenomenológica implica una apuesta por el estudio y explicación del verstehen, es decir, de la experiencia de sentido común del mundo intersubjetivo de la vida cotidiana. La propuesta de Schütz, en este sentido, destaca por su comprensión de las diferencias entre el “mundo de la vida” de Husserl y la vida cotidiana. A continuación exponemos algunas consideraciones que ayudarán a entender estas diferencias:

- El mundo de la vida cotidiana es el “ámbito de la realidad en el cual el hombre participa continuamente en formas que son, al mismo tiempo, inevitables y pautadas. El mundo de la vida cotidiana es la región de la realidad en que el hombre puede intervenir y que puede modificar mientras opera en ella mediante su organismo animado (…) sólo dentro de este ámbito podemos ser comprendidos por nuestros semejantes, y sólo en él podemos actuar junto con ellos” (Schütz, 1977: 25).
- La actitud natural está determinada cotidianamente por motivos pragmáticos. El conocimiento de la vida cotidiana es un conocimiento no sistemático, poco ordenado.
- La intersubjetividad es la que delinea el campo de la cotidianidad, por un lado, y es el fundamento que posibilita la existencia del mundo de vida, por el otro. Schütz abandona la perspectiva trascendental de Husserl y se centra en la esfera mundana.
- El problema de la vida cotidiana se expresa en las relaciones de los actores sociales entre sí y en cómo comprenden y constituyen la realidad social.
- El mundo de la vida es el extenso horizonte de sentido que abarca a todas las regiones o provincias finitas de sentido. La vida cotidiana es una región particular de sentido.

Todo lo anterior se puede sintetizar afirmando que el mundo de la vida es el horizonte último de sentido, nunca agotable ni trascendible, mientras que la vida cotidiana es sólo una provincia del mundo de la vida, mundanamente intersubjetiva. La relación fenomenológica entre ambos mundos se da, según Schütz, a partir de las relaciones sociales cotidianas, de la conciencia social cotidiana, del entramado social de sentido cotidiano y, por último, de la comunicación cotidiana. Por tanto, la teoría social fenomenológica de Schütz es una “ciencia de los fenómenos de la intersubjetividad mundana, por lo que un análisis de las estructuras del mundo de la vida puede interpretarse como una sociología general de la vida cotidiana” (Grathoff, 1989: 107)2.

Por su parte, Berger y Luckmann (1993) afirman que la vida cotidiana implica un mundo ordenado mediante significados compartidos por la comunidad. Su propuesta fenomenológica tiene como objetivo principal la reconstrucción de las construcciones sociales de la realidad. Se basan, igual que Schütz, en la teoría de la comprensión o verstehen desarrollada previamente por Max Weber. Los autores, por tanto, incorporan la subjetividad como dato pertinente para el análisis de la vida cotidiana. La subjetividad se comprende como un fenómeno que pone de manifiesto el universo de significaciones construido colectivamente a partir de la interacción. La propuesta combina teoría y análisis empírico: “El análisis constitucional fenomenológico y la reconstrucción empírica de las construcciones humanas de la realidad se complementan mutuamente” (Berger y Luckmann, 1993: 21).

La propuesta de los autores de La construcción social de la realidad (1993) tiene como eje básico el concepto de intersubjetividad. Berger y Luckmann la comprenden como el encuentro, por parte del sujeto, de otra conciencia que va constituyendo el mundo en su propia perspectiva. La intersubjetividad no se reduce al encuentro cara a cara, sino que se amplía a todas las dimensiones de la vida social. Tanto Berger y Luckmann (1993) como Schütz (1977) abandonan la concepción de la intersubjetividad como flujo de conciencia interior, y la comprenden como un vivir humano en una comunidad social e histórica. Sus propuestas socio-fenomenológicas implican el tránsito de lo individual a lo social, de lo natural a lo histórico y de lo originario a lo cotidiano.

La Comunicación desde el enfoque sociofenomenológico
Para la sociología fenomenológica, el individuo es un actor social que reproduce su contexto social a partir de sus interacciones cotidianas. La reflexión se centra en las relaciones intersubjetivas, bajo el ángulo de la interacción, y se otorga un rol relevante a los elementos de negociación y de comunicación en la construcción social de los contextos de sentido.

Abordar la Interacción desde la sociología fenomenológica implica hablar de la relación entre el yo y el otro. Esta relación dialéctica no se inscribe en la reflexión de corte más antropológico de construcción de las identidades y las alteridades, sino que más bien se toma como punto de partida para la construcción social de la realidad. Como afirma Schütz, “al vivir en el mundo, vivimos con otros y para otros, y orientamos nuestras vidas hacia ellos. Al vivenciarlos como otros, como contemporáneos y congéneres, como predecesores y sucesores, al unirnos con ellos en la actividad y el trabajo común, influyendo sobre ellos y recibiendo a nuestra vez su influencia, al hacer todas estas cosas, comprendemos la conducta de los otros y suponemos que ellos comprenden la nuestra” (Schütz, 1979: 39).

La interacción en el mundo se da, por tanto, en el plano de la intersubjetividad, lo cual implica, para la fenomenología, la cualidad de las personas de ver y oír fenomenológicamente. Estas acciones constituyen las dos formas de relación por excelencia con el mundo. Y el habla, como principal canal de comunicación, es consecuencia de ellas. Es a partir del ver y el oír que se forma el sentido, desarrollado a través de los diálogos y las interacciones. Ello se explica por el hecho que la interpretación de lo social, en términos colectivos, tiene como telón de fondo a las influencias que las acciones de las personas tienen en los demás. Dicho de otra forma, “nuestra capacidad de interpretar y la mera presencia dentro de un contexto social nos pone ante los demás en la doble posición de actores y observadores” (Vizer, 2003: 188). Eduardo Vizer habla de la situación “de espejo” para poner de manifiesto la relación que existe entre los sujetos que se encuentran e interactúan.

Por todo ello, se puede decir que la interacción –y la comunicación como su materia prima- instituye la realidad social, le da forma, le otorga sentidos compartidos a nivel de los objetos (dimensión referencial); a nivel de las relaciones entre los hablantes (dimensión interreferencial); y a nivel de la construcción del propio sujeto en tanto individuo social (dimensión autorreferencial) (Vizer, 1982)3. Estos tres niveles se ponen de manifiesto en cualquier situación comunicativa: se habla de algo, se establecen relaciones entre quienes están hablando, y la personalidad de éstos tiene fuertes implicaciones en la relación de interacción dada.

Además de la intersubjetivdad, como concepto central de la reflexión fenomenológica en torno a la interacción, es también importante la percepción, comprendida como “un proceso de interacción entre el individuo y la sociedad a la que pertenece” (Hernández, 2000: 92). Interactuar y percibir son dos actividades que van estrechamente ligadas. Sin ellas, el sujeto social no existe. Así lo consideran Berger y Luckmann en la siguiente afirmación: “no puedo existir en la vida cotidiana sin interactuar y comunicarme continuamente con otros. Sé que otros también aceptan las objetivaciones por las cuales este mundo ser ordena, que también ellos organizan este mundo en torno de aquí y ahora, de su estar en él, y se proponen actuar en él. También sé que los otros tienen de ese mundo común una perspectiva que no es idéntica a la mía. Mi aquí es su allí (…) A pesar de eso, sé que vivo en un mundo que nos es común. Y, lo que es de suma importancia, sé que hay una correspondencia entre mis significados y sus significados en este mundo” (Berger y Luckmann, 1993: 40-41). La creación del consenso en torno a los significados de la realidad social es, pues, resultado de las interacciones de las que participan los sujetos en la vida cotidiana.

Así pues, el mundo de la cotidianidad es sólo posible si existe un universo simbólico de sentidos compartidos, construidos socialmente, y que permiten la interacción entre subjetividades diferentes. Ramón Xirau sintetiza esta idea: “Cuando percibo a ‘otro’ lo percibo como un ser encarnado, como un ser que vive en su cuerpo, es decir, como un ser semejante al mío, que actúa de manera semejante a como actúo y que piensa de manera semejante a la manera en que pienso” (Xirau, 2002: 436-437). El mismo autor afirma que “el mundo de los hombres está así hecho de seres en comunicación que se perciben unos a otros como semejantes porque comparan al otro con ellos mismos” (Xirau, 2002: 437).

En conclusión, para la sociología fenomenológica la subjetividad está inevitablemente presente en cualquier acto de comunicación, pues éste parte de las perspectivas divergentes de los participantes en el acto. Sin interacción no existen los sujetos sociales, dado que la construcción de sentidos compartidos sobre la realidad social requiere, inevitablemente, de la interacción.

Otros conceptos relacionados con la intersubjetividad
El Alterego
Para Schutz el “alterego” le es dado al ser como una demostración práctica de un ser idéntico con quien comparte un mundo intersubjetivo conocido como “mundo del Yo” en el cual conviven tanto sus antecesores, contemporáneos y predecesores. Esto significa que el “otro” es como “yo”, capaz de actuar y de pensar; que su capacidad de pensamiento es igual a la mía en su totalidad; que análogamente a mi vida, la de él muestra la misma forma estructural-temporal con todas las experiencias que ello conlleva. Significa, conjuntamente, que el “otro”, como “yo”, puede proyectarse sobre sus actos y pensamientos, dirigidos hacia sus objetos, o bien volverse hacia su si-mismo de modo pretérito, pero puede contemplar mi flujo de conciencia en un presente vívido; que por lo tanto, tiene la legítima experiencia de envejecer conmigo y viceversa.

La acción
El escenario básico de la acción social es el mundo de la vida. Es en él donde las personas emprenden acciones basadas en proyectos y caracterizadas por intenciones determinadas. La “acción” es entendida como la conducta intencionada proyectada por el agente; en cambio el “acto” es definido como la acción cumplida.

Por tanto, el mundo de la vida cotidiana es el escenario y también el objeto de nuestras acciones e interacciones. Este mundo no es el mundo privado del individuo aislado, sino un mundo intersubjetivo, común a todos nosotros, en el cual tenemos intereses eminentemente prácticos.

Schutz se interesa no en los sucesos del hombre como unidad psicofisiológica, sino que se interesa en la actitud del hombre frente a esos sucesos, lo que el define como el sentido subjetivo que el hombre otorga a ciertas experiencias de su propia vida espontánea.

Para Schutz el sentido no es una cualidad inherente a ciertas experiencias que surgen dentro de nuestro flujo de conciencia, sino el resultado de una interpretación de una experiencia pasada contemplada desde el presente con una actitud reflexiva. Por tanto, las experiencias no tienen validez en su momento actual sino que hasta que son reconocidas desde un más allá y pueden ser cuestionadas en lo que respecta a su constitución, son subjetivamente provistas de sentido. El autor bautiza a las experiencias subjetivamente provistas de sentido como “comportamientos”, referidos a todo tipo de experiencias espontáneas subjetivamente provistas de sentido, sean las de la vida interior o las que se insertan en el mundo externo.

Todas las acciones sociales conllevan comunicación, y toda comunicación se basa necesariamente en actos ejecutivos para comunicarse con otros; por lo tanto, los sujetos deben llevar a cabo actos manifiestos en el mundo externo que se supongan interpretados por los otros como signos de lo que quieren transmitir.

El conocimiento del sentido común
El mundo de la vida es intersubjetivo. Y lo es porque en él viven sujetos entre sujetos, vinculados entre ellos, con valores comunes y procesos de interpretación conjunta. También es un mundo cultural, en el sentido que se constituye como un universo de significación para los sujetos, es decir, en una textura de sentido que los sujetos deben interpretar para orientarse y conducirse en él. Esta textura de sentido se origina en acciones humanas, y ha sido instituida por ellas.

Por tanto, el mundo de la vida no es un mundo privado, sino intersubjetivo, y por ende, el conocimiento de él no es privado, sino intersubjetivo y socializado desde el principio. De ahí que se considere que el conocimiento del sentido común sea intersubjetivo, y no particular. Solo una parte del conocimiento, se origina dentro de la experiencia personal. En su mayor parte es de origen social, ha sido transmitido por otros sujetos, que enseñan a sus semejantes a definir el ambiente, a significar el entorno. El medio tipificador –o significador- por excelencia que permite transmitir el conocimiento de origen social es el lenguaje cotidiano.

La interacción social
Toda forma de interacción social se funda en las construcciones referentes a la comprensión del otro. Hasta la interacción más simple de la vida diaria presupone una serie de construcciones de sentido común, en este caso construcciones de la conducta prevista del Otro. Por lo tanto, los significados no se hallan en los objetos, sino en las relaciones –interacciones- de los actores entre ellos y con los objetos.

Preguntas para explorar la ciudad desde la comunicación y la intersubjetividad
El abordaje de la ciudad y lo urbano desde la perspectiva de la sociología fenomenológica puede generar conocimientos acerca de los sistemas simbólicos compartidos por ciertos actores urbanos, de las formas de nombrarse a si mismos y a los otros, del papel de las interacciones cotidianas en la creación de sentidos de pertenencia a un mundo determinado, entre otros temas.

Algunas de las preguntas que pueden guiar la reflexión en torno a la ciudad desde este enfoque son las siguientes:

- ¿Qué papel juega la comunicación en la construcción de la afectividad entre sujetos en los espacios urbanos?
- ¿Qué papel juega la interacción cotidiana en la creación de sentidos de pertenencia en la ciudad?
- ¿Qué papel juega la comunicación en la construcción y mantenimiento de identidades sociales urbanas?

o ¿Cómo usan la comunicación los grupos sociales, a fin de mantenerse como tales?
o ¿Qué papel juega la comunicación en la percepción social del sí mismo y del otro?

- ¿Qué papel juega la comunicación en la construcción y mantenimiento de “mundos de la vida” en la ciudad?
o ¿Qué papel juega la comunicación en la construcción y mantenimiento de sistemas simbólicos compartidos?

Abordajes metodológicos
Todo lo descrito en los apartados anteriores deja entrever que el centro de atención básico de la propuesta socio-fenomenológica es la construcción cotidiana y colectiva del mundo. Para ello, además de la intersubjetividad se parte del concepto de la reflexividad. Ambos son el eje básico de la propuesta metodológica de la Etnometodología (Garfinkel, 1967). Esta propuesta comprende a la intersubjetividad-reflexividad como la capacidad de comprender de los sujetos.

Dentro de la Etnometodología, el término “etno” se refiere a la disponibilidad que un sujeto tiene de conocimientos de sentido común sobre su sociedad. Por ello, la Etnometodología se define como el estudio de los modos en que se organiza el conocimiento que los individuos tienen de los cursos de acción normales, de sus asuntos habituales, de los escenarios acostumbrados. Dicho de otra forma, es el estudio de los conocimientos de sentido común (dados por descontado) que los sujetos usan en las prácticas cotidianas. La Etnometodología se centra en estudiar los métodos o estrategias empleadas por las personas para construir, dar sentido y significado a sus prácticas sociales cotidianas. En este sentido, “reserva para las actividades más comunes de la vida cotidiana la atención normalmente concedida a los sucesos extraordinarios” (Garfinkel, 1967); trata los hechos sociales como realizaciones; en aquello que normalmente se ve como cosas, datos o hechos, el etnometodólogo ve, y trata de ver, los procesos mediante los cuales se crean y sostienen de manera constante las características de escenarios socialmente organizados (Pollner, 1974); estudia las prácticas, los métodos con los que planteamos la normalidad, continuidad y estabilidad de la realidad social en la vida cotidiana.

En definitiva, la Etnometodología estudia los modos de dotar de sentido a la realidad por parte de los sujetos. No se pregunta si existe el mundo, sino “¿cómo puedo saber que existe un mundo social compartido con y por los demás?” (Skidmore, 1975). “La moraleja que nos ofrece la etnometodología es la de volver a la tierra y alcanzar una más completa comprensión del ‘mundo dado por descontado’, evitando así la tendencia a erigir vastos edificios sociológicos” (Gidlow, 1972: 396).

En términos metodológicos, el paquete técnico de la etnografía es primordial para los estudios etnometodológicos, ya que se da prioridad al enfoque “emic”, es decir, al estudio desde dentro, dando la voz a los sujetos investigados y construyendo conocimiento conjuntamente con ellos.

A modo de cierre
Este texto se presenta como un conjunto de reflexiones en torno a las posibilidades que ofrece la fenomenología, en su vertiente fenomenológica, para el abordaje de la relación entre ciudad y comunicación. Se parte del concepto de intersubjetividad como eje central de una propuesta todavía en construcción.


Notas:

1 La “actitud natural” consiste en tomar las cosas de manera arcaica, irreflexiva y práctica, tal como aparecen. En este sentido, y retomando a Husserl, esta actitud se contrapone con la actitud fenomenológica del científico, fundamentada en la reducción eidética. Dicho de otra forma, la actitud natural es una actitud desinteresada, implica la abstención de la participación intencional en el modo de la practicidad. Por su parte, la actitud fenomenológica tiene una intención de reflexividad, implica poner entre paréntesis al mundo y a nosotros mismos como sujetos.
2 Citado en Estrada (2000: 112).
3 Citado en Vizer (2003: 191).


Referencias:

Berger, Peter; Luckmann, Thomas (1993) La construcción social de la realidad. Buenos Aires: Amorrortu Editores.
Estrada Saavedra, Marco (2000) “La vida y el mundo: distinción conceptual entre mundo de vida y vida cotidiana”. Sociológica, Año 15, Núm. 43, Mayo-Agosto 2000, 103-151.
Garfinkel, Harold (1967) Studies in Ethnomethodology. Englewood Cliffs: Perentice-Hall.
Gidlow, B. (1972) “Ethnomethodology. A new name for old practices”, en The British Journal of Sociology, Núm. 4, pp. 295-406.
Grathoff, Richard (1989) Milieu und Lebenswelt. Einführung in die phänomenologische Soziologie und die sozialphänomenologische Forschung.
Francfort del Main: Suhrkamp Verlag.
Hernández Rosete, Daniel (2000) “Cultura y vida cotidiana. Apuntes teóricos sobre la realidad como construcción social”. Sociológica, Año 15, Núm. 43, Mayo-Agosto 2000, 87-102.
Husserl, Edmund [1954] (1992) Invitación a la fenomenología. Barcelona: Paidós.
Pollner, M. (1974) “Mundane Reasoning”, Philosophy of Social Sciences, Vol. 4, Núm. 1, pp.35-54.
Schütz, Alfred (1972) Fenomenología del mundo social. Introducción a la sociología comprensiva. Buenos Aires: Paidós.
Schütz, Alfred; Luckmann, Thomas (1977) La estructura del mundo de la vida. Buenos Aires: Amorrortu Editores.
Schütz, Alfred (1979) El problema de la realidad social.
Buenos Aires: Amorrortu Editores.
Skidmore, W. (1975) Theoretical Thinking in Sociology.
Cambridge: Cambridge University Press.
Vizer, Eduardo A. (1982) “La televisión, sus efectos y funciones. Aportes al análisis de ciertas hipótesis y puesta a prueba en una investigación piloto sobre escolares”, Tesis Doctoral, Buenos Aires.
Vizer, Eduardo A. (2003) La trama (in)visible de la vida social. Comunicación, sentido y realidad. Buenos Aires: La Crujía.
Weber, Max (1978) Ensayos de metodología sociológica. Buenos Aires: Amorrortu Editores.
Xirau, Ramón [1964] (2002) Introducción a la historia de la filosofía. México: UNAM.